Los trastornos psicosomáticos son aquellos en los que factores emocionales, psicológicos o sociales influyen directamente en el bienestar físico de una persona.
En estos casos los síntomas físicos como el dolor, fatiga o problemas digestivos no tienen una causa orgánica clara, sino que son la manifestación de un malestar emocional psicológico. Este vínculo entre cuerpo y mente es más estrecho de lo que muchas veces imaginamos, y los trastornos psicosomáticos pueden ser un reflejo de como las tensiones emocionales se expresan físicamente.
Los trastornos psicosomáticos ocurren cuando los problemas emocionales y psicológicos afectan al cuerpo, produciendo síntomas físicos sin una explicación médica evidente. Pueden manifestarse de diversas maneras como dolores de cabeza crónicos, problemas gastrointestinales, trastornos de la piel, entre otros. Las personas que experimentan estos trastornos no simulan el dolor; simplemente están siendo afectados por el impacto emocional que aún no ha sido resuelto.
La relación entre los trastornos psicosomáticos y la salud mental
La conexión entre ambos en un claro ejemplo de cómo los factores emocionales y psicológicos pueden influir en la salud física. Estrés, ansiedad, depresión, traumas no resueltos o incluso una baja autoestima pueden desencadenar o agravar los síntomas físicos.
El cuerpo en muchos casos actúa como un espejo de la mente. Cuando las emociones no se gestionan adecuadamente el cuerpo puede ser el primero en gritar ayuda a través de síntomas que se sienten de manera tangible, como dolores, malestar o enfermedades.
Por ejemplo, el estrés prolongado puede contribuir a trastornos gastrointestinales, como el síndrome del intestino irritable, mientras que la ansiedad puede desencadenar dolor crónico en el cuello y hombros debido a la tensión muscular constante. La depresión, por otro lado, puede manifestarse a través de la fatiga extrema, dolores inexplicables o problemas para dormir.
La importancia de abordar los trastornos psicosomáticos
En ningún caso los trastornos psicosomáticos deben de ser ignorados o minimizados. Si bien los síntomas físicos son reales y pueden interferir significativamente en la vida diaria de quienes lo padecen, es crucial que se aborden desde un enfoque integral que no solo trate los síntomas físicos, sino también los aspectos emocionales y psicológicos.
El tratamiento puede incluir terapia psicológica, como la terapia cognitivo-conductual, para abordar las emociones y pensamientos que contribuyen al malestar físico. Además, la práctica regular de técnicas de relajación, como la meditación o la respiración profunda, pude ayudar a reducir el estrés y la tensión que contribuyen a estos trastornos.
Los síntomas psicosomáticos más frecuentes
Como hemos mencionado antes los trastornos psicosomáticos se hacen evidentes a través de una serie de síntomas físicos que pueden variar dependiendo de la persona. Aunque en algunos casos el componente psicológico en un factor importante no siempre es la única causa de su aparición.
Los síntomas más comunes son:
- Trastornos digestivos: El estómago y el sistema digestivo son especialmente sensibles a las emociones, lo que comúnmente se conoce como emociones indigestas. Síntomas como náuseas, vómitos, dolor estomacal, diarrea, colitis y gastritis pueden estar relacionados con el estrés o la ansiedad.
- Trastornos cardiovasculares: Aunque la ansiedad puede estar involucrada, no es la única cauda de trastorno también existe la arritmia, hipertensión, taquicardia, o sensación de desmayo. Estos síntomas pueden surgir cuando intentamos controlar de forma fallida, las respuestas fisiológicas que nuestra mente desencadena en momentos de estrés.
- Trastornos urogenitales: Dolores e irregularidades menstruales, disfunción eréctil o problemas en la eyaculación y trastornos urinarios son algunas de las manifestaciones psicosomáticas en esta área.
- Enfermedades dermatológicas: La piel es otro órgano que refleja el estado emocional. El acné, la dermatitis psicosomática, la picazón, la sequedad de la piel, la mucosa e incluso la sudoración excesiva nocturna pueden estar vinculados con la ansiedad.
- Trastornos neuromusculares: Dolor de cabeza, hormigueo, dolores musculares, rigidez muscular, parálisis temporal, calambres, debilidad, temblores de ansiedad, bruxismo, mareos o desmayos son algunos de los síntomas que pueden aparecer.
Es importante recordar que estos síntomas no siempre tienen un origen exclusivamente psicológico, pero muchas veces el estrés y la ansiedad contribuyen significativamente a su aparición.
Identificar y tratar los trastornos psicosomáticos de manera integral es fundamental para mejorar el bienestar.
Prevención y autocuidado
Es fundamental no solo tratar los trastornos una vez que se presentan, sino también tomar medidas preventivas para mantener un equilibrio emocional y físico saludable.
Algunas de esas medidas son las siguientes:
- Acudir al médico: Si se presentan dolores o síntomas que causan malestar físico, se debe acudir al médico para una correcta revisión. Él realizará una primera observación y valorará si padece alguna afección en su organismo.
- Manejo del estrés: Practicar técnicas de relajación, como la meditación o el yoga, para reducir el impacto del estrés diario.
- Hablar sobre las emociones: No guardarse los sentimientos. Es beneficioso compartirlos con algún amigo, terapeuta o familiar.
- Ejercicio regular: Mantenerse activo físicamente no solo mejora la salud física, sino que también ayuda a reducir la ansiedad y mejora el estado de ánimo. El ejercicio aeróbico como andar es recomendable es estas situaciones.
- Descanso adecuado: Dormir lo suficiente y mantener una rutina de descanso es clave para la salud mental y física.